La colección judía de la Biblioteca Casanatense

por Margherita Palumbo

La Biblioteca Casanatense conserva un considerable fondo hebreo, compuesto por 237 manuscritos, 15 incunables, 280 libros del siglo XVI y alrededor de 300 ediciones de los siglos XVII y XVIII. La formación de este fondo está indisolublemente ligada a la historia y naturaleza misma de esta biblioteca romana, fundada en 1701 por voluntad testamentaria del cardenal Girolamo Casanate (1620-1700), quien en 1698 decidió destinar su colección de libros y cuantiosos ingresos a las más altas autoridades de la orden de los Dominicos: el Maestro General, el Maestro del Sacro Palacio —la autoridad responsable del control de la imprenta y del comercio de libros en la ciudad de Roma—, el Comisario del Santo Oficio, el Secretario de la Congregación del Índice, el Procurador General de la Orden y finalmente el Prior del convento de Santa Maria sopra Minerva. El testamento —conservado en el Archivo General de la Orden de los Predicadores— prevé además la fundación, en la misma biblioteca, de un Colegio de seis teólogos dominicos, cuya tarea sería «aplicarse únicamente al servicio de Dios en la defensa de la sana doctrina» (AGOP, ms.XI.3070/1, p. 18), estableciendo así un fuerte vínculo entre la Casanatense en su conjunto, el Santo Oficio —del cual Casanate fue miembro desde 1666 hasta su muerte— y la Congregación del Índice, de la cual el cardenal fue Prefecto. Hasta 1870, muchos bibliotecarios y teólogos de la Casanatense estuvieron activos como censores, y su carrera dentro de las dos congregaciones de la Curia romana está bien documentada.

Esta particular naturaleza de la Biblioteca es el origen del rico fondo hebreo que se conserva en ella. El incremento de la colección se data, de hecho, en los años comprendidos entre 1734 y 1780, un periodo marcado por la promulgación de medidas de control, censura y confiscación de los Libri degli Ebrei por parte de pontífices como Clemente XII, Benedicto XIV y Pío VI.

La exposición busca delinear brevemente la historia del fondo hebreo de la Casanatense a través de las valiosas informaciones proporcionadas por los antiguos registros de adquisiciones, que evidencian el papel que en esa historia tuvieron no solo los inquisidores y censores de la Iglesia de Roma, sino también algunos conversos, entre los cuales destaca Giovanni Antonio Costanzi.

Giovanni Antonio Costanzi, “gracias a quien se adquirieron más códices y libros…”

De origen constantinopolitano, se desconoce el verdadero nombre de Giovanni Antonio Costanzi, ni se conoce la fecha exacta de su nacimiento, probablemente ocurrida a principios del siglo XVIII. En la Prefación de 1749 a su tratado La verità della cristiana religione contro le vane lusinghe de’ moderni Ebrei, Costanzi solo menciona la fecha de su bautismo, que tuvo lugar en la ciudad alemana de Würzburg el 4 de marzo de 1731, «después de haber ejercido durante casi ocho años la función de Rabino en Spalato, y en varios lugares de Dalmacia, donde se encuentran dispersas algunas familias judías» (ivi, p. xiv). Revisor de libros hebreos, en 1765 fue nombrado Scriptor Hebraicus de la Biblioteca Vaticana, cargo que ocupó hasta su muerte en 1786. A Costanzi se deben muchas de las descripciones incluidas en el primer tomo del Bibliothecae Vaticanae codicum manuscriptorum catalogus, publicado por Giuseppe Simone Assemani en 1756. Documentos recientemente descubiertos atestiguan su actividad como consultor dentro de la Congregación del Santo Oficio. El análisis de la documentación conservada en el Archivo Histórico de la Biblioteca ha permitido identificar en Costanzi al mediador que facilitó la adquisición —entre 1738 y 1769— de libros hebreos en masa. A Costanzi se le atribuyen también las notas explicativas escritas como acompañamiento a los cientos de volúmenes manuscritos e impresos recibidos en esos años en la Casanatense: una colaboración que en 1742 el prefecto Giandomenico Agnani recompensó con una gratificación en dinero, otorgada no solo porque gracias a Costanzi «se adquirieron más códices y libros», sino también «por la gran cantidad de información hebrea que proporciona para clasificar los códices hebreos» (Registro de Libri, ms. Cas. 480, 116r). Muchos de los ejemplares adquiridos a través de Costanzi presentan la nota de posesión del Colegio de Neófitos, o signos de pertenencia a familias romanas.

“En defensa de la sana doctrina…”. Los ejemplares de la Congregación del Santo Oficio

Muchos de los libros hebreos, tanto manuscritos como impresos, fueron transmitidos a la Casanatense por el Santo Oficio, la congregación romana con la cual la Biblioteca mantuvo una relación privilegiada y directa, como es evidente en las mismas disposiciones testamentarias del cardenal Casanate.

El antiguo Registro de Libri documenta la donación en 1744 de treinta volúmenes por disposición del entonces Comisario del Santo Oficio y ex inquisidor de Milán, el dominico Alessandro Pio Sauli. Aún más significativa fue la transferencia de libros que tuvo lugar en marzo de 1745, cuando la Congregación destinó a la Casanatense más de cincuenta volúmenes, entre los cuales se encontraban dieciocho códices; un traspaso que es posible reconstruir gracias a los documentos conservados tanto en nuestra Biblioteca como en el Archivo de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En un memorial enviado a Benedicto XIV, los bibliotecarios de la Casanatense aseguraron que tales libros «podrán conservarse muy bien: y en caso necesario, suministrarse al mismo Santo Tribunal, como realmente siempre se les proporcionan todos los demás libros que se ordenan» (ACDF, S.O. Privilegia 1743-1749, c. 178r). Una breve nota sobre estos volúmenes fue redactada por el bibliotecario Tommaso Schiara, con motivo de la «Fiesta de Pascua de 1744 en la cual estuvimos con el mismo [el asesor del Santo Oficio Guglielmi] en un almuerzo, dejada en manos del Prelado para que data oportunitate hablara con Su Santidad Benedicto XIV» (Registro de Libri, ms. Cas. 480, all. 1, c. 2r).

Finalmente, manuscritos y libros hebreos fueron enviados en 1759 por el dominico Tommaso Agostino Ricchini, quien fue secretario de la Congregación del Índice y ese mismo año nombrado Maestro del Sacro Palacio, la autoridad responsable del control de la imprenta y el comercio de libros en la ciudad de Roma. Los volúmenes transmitidos en 1759 están actualmente en proceso de identificación dentro de nuestros fondos bibliográficos.