por José Higuera Rubio
Se trata de una presentación de la obra filosófica y literaria del polígrafo mallorquín, a través de cinco representaciones de la cosmovisión medieval, según la interpretación actual, que en igual número de capítulos nos presentan un resumen abreviado del perfil intelectual de uno de los pensadores y escritores más relevantes de la región ibero-mediterránea durante el siglo XIII.
Los capítulos son:
i.) El árbol, esta representación del saber se utiliza como dispositivo de ordenación y portabilidad del conocimiento. Es, con mucho, el símbolo de aprendizaje más utilizado en el mundo medieval y en las primeras enciclopedias modernas. Hoy en día, el árbol es un método algorítmico de organización de datos, además de utilizarse en la descripción de redes neuronales;
ii.) El caos es un concepto cosmológico clásico reelaborado por los medievales para mostrar la compatibilidad entre la filosofía natural y la interpretación del Génesis. Llull lo utiliza en este sentido durante el siglo XIII, época caracterizada por una agria disputa sobre la eternidad del mundo y la permanencia de la materia. En nuestros días, es un concepto físico-matemático que estructura aquellos fenómenos cuyos parámetros son inesperados e irregulares. Es una categoría básica en la predicción de acontecimientos en biología, meteorología y física;
iii.) La fantasía, o capacidad de presentar imágenes, es una región del cerebro donde, según las fuentes aristotélico-galénicas, confluyen los procesos sensoriales e imaginativos del alma. Los medievales se apropiaron de esta descripción de la fisiología cerebral y estudiaron el papel de la imaginación en la abstracción. La proyección de imágenes es una característica de nuestro tiempo, dado el gran número de aparatos que utilizan este procedimiento para transmitir información;
iv.) El arte para la Edad Media, que sigue la definición isidoriana transmitida de fuentes latinas, es el conocimiento de un conjunto de principios orientados hacia un fin. El arte se asemeja a nuestra actual «ciencia aplicada», pero en el caso de Llull el ars parte de la vida contemplativa y se instala en la educación filosófico-científica, buscando la resolución de las diferencias teológicas. La concepción medieval del arte constituye, por su finalidad y por los resultados propuestos por Llull, un gran desafío a nuestra idea de innovación hoy tan cuestionada;
v.) El diálogo como género literario fue reelaborado por Ramon Llull en diferentes contextos y representado con personajes insólitos -incluido él mismo- para escenificar el contacto entre culturas, naciones y personajes históricos: de los ermitaños a los elementos, de las fuerzas meteorológicas a las inteligencias separadas. La elaborada riqueza argumental, para cada personaje y diálogo, está introducida por un estado de confusión aturdido e inclemente, denunciado por Llull, matizado por insólitos y parabólicos momentos de reflexión.