Girolamo Casanate nació en Nápoles en 1620 en una familia de origen español, procedente de Aoiz en Navarra. Completó sus estudios en su ciudad natal, licenciándose en 1635 en utroque iure y, aunque había mostrado propensión a la vida religiosa desde niño, para complacer a su padre ejerció labores jurídicas antes de poder finalmente emprender la vida eclesiástica. Llamado a la Santa Sede, se le confiaron prestigiosos papeles en las legaciones pontificias como gobernador de Sabina, Fabriano, Camerino, Ancona y de todos los lugares donde su gobierno destacó tanto por su compromiso civil y social como por su sabia política de reorganización de los territorios confiados a a él. En 1658 fue nombrado Inquisidor en Malta, cargo de gran responsabilidad, pues consistía no sólo en defender la ortodoxia católica de los ataques heterodoxos, sino también en salvaguardar los intereses de la Santa Sede hacia la Orden de Jerusalén. Incluso en este caso, con habilidad y prudencia podrá sanar las fracturas y servir útilmente a los intereses de la Iglesia.
Las numerosas tareas que le fueron confiando progresivamente a su regreso a Roma desde Malta en 1663 (Secretario de la Congregación de Ritos, de la Congregación De propaganda fide, Asesor del Santo Oficio, protector de diversas órdenes religiosas y finalmente Bibliotecario del Santo Iglesia Romana) no le permitió impedirle dedicarse a sus queridos estudios, así como a su actividad como bibliófilo, pasión que heredó de su padre Mattia junto con la preciosa biblioteca, un fondo bibliográfico de 1639 volúmenes entre manuscritos, incunables y ediciones raras de los siglos XVI y XVII: textos sagrados, litúrgicos, patrísticos; textos legales, documentos de juicio, decisiones de varios tribunales, incluido el de la Sagrada Rota romana. Y de nuevo, en consonancia con la cultura del siglo XVII, amplias obras históricas, tratados políticos, obras geográficas, clásicos griegos y latinos, obras de representantes de la nueva ciencia como Kepler, Della Porta, Cardano.
La «biblioteca» fue enriquecida y aumentada por Casanate hasta el punto de que a su muerte en 1700, pudo dejar a los padres dominicos, como primer núcleo de la biblioteca que se estableció, una colección de más de 25.000 volúmenes, incluidas obras. de todo tipo y de todos los campos del conocimiento humano, una verdadera mare magnum que despertó la admiración de los estudiosos italianos y extranjeros.